miércoles, 14 de octubre de 2009

Bailar no es fácil

No sé muy bien por qué empecé a bailar. Había algo que me maravillaba. Pienso que era esa magia que se produce cuando ves que el cuerpo se mueve en sintonía con la música. Pero el adiestramiento es duro. No basta una morfología adecuada y una gran sensibilidad, es preciso además mucho sacrificio y mucha disciplina para que el cuerpo pueda transformarse y llegue a hacer todo lo que se le exige. El camino para llegar a ser un gran bailarín está salpicado de muchos momentos de amargura, pero vale la pena. Uno de mis maestros decía que le encantaba dedicar su vida a conseguir que la gente bailase porque la gente que baila es más feliz.